Un mentiroso, el consejero de sanidad de Madrid, acusa de mentirosa a la enfermera Teresa Romero infectada por ébola, por ocultar que la culpa de haberse contagiado había sido de ella por no seguir el protocolo. Después, el mentiroso, en un alarde de chuleria ante la avalancha de críticas que le cayeron por sus declaraciones, dice que no le importaría dimitir porque es médico y tiene la vida resuelta. Por el bien de sus pacientes, es de esperar que su valía como médico sea superior a la que demuestra como pòlítico, si no, todos muertos.