Bastante absurdo y discutible es el arte abstracto, muchos de los artistas que a ello se dedican y, sobre todo, los críticos.
Pero el colmo de la estupidez artística es el denominado “arte no visible”, obras artísticas que no se pueden ver porque no existen, pero que sí cuentan con un museo para exponerlas, el MONA (Museo del Arte No-Visible), y lo que es peor, anormales dispuestos a pagar dinerales por nada.

El arte no visible es un nuevo concepto donde las obras no existen físicamente, sino que son imaginadas por un artista y descritas en una tarjeta, lo único que el comprador puede exhibir.
El MONA exhibe estas obras imagianrias: “Las descripciones de las obras mezclan imágenes y palabras en la mente del espectador. Este mundo no es visible, pero es real, quizá más real que el mundo de la materia, y también está a la venta”. Y a qué precios: entre 1000-10000 dólares por obra.
Precisamente 10.000$ es lo que ha pagado Aimee Davidson (productora digital, experta en medio sociales, actriz y modelo) por la obra Aire fresco. Esta se define así: “Una pieza única. El aire que está comprando es como comprar un tanque de oxígeno infinito. No importa donde estés, siempre tienes la posibilidad de tomar una bocanada del más delicioso y limpio aire que la tierra puede producir. Cada vez que respiras te da una paz y salud infinita. Esta obra de arte es algo que puedes llevar contigo, porque donde quiera que estés te puedes imaginar que estás respirando el aire más fresco de la cima de una montaña, de un campo abierto o la brisa del mar. Es una fuente inagotable“.
La compradora declara sentirse identificada con el proyecto y “quería poner mi dinero donde están mis pensamientos. Algunos pueden llamarlo una estafa, peroyo lo llamo patrocinio artístico”.
Que un@ gilipollas presuma de serlo y pague por ello, desde luego que no es una estafa. Es es un insulto a la inteligencia, una obscenidad en los tiempos que corren, una banalización del ARTE y un negocio por y para anormales cargados de dinero conseguido fácilmente, a los que mandaba al cuerno de África con una mano delante y otra detrás para que se empaparan de realidad y nuevos conceptos.