Muere el sacerdote Miguel Pajares, infectado de ébola
Ha muerto Miguel Pajares, el sacerdote de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, infectado de ébola en Liberia, repatriado por el Gobierno, al que se le estaba tratando la enfermedad –mortal en más del 90% de los casos- en el Hospital madrileño Carlos III con el medicamento experimental ZMapp, importado desde Ginebra y aprobado su uso excepcionalmente para este caso.
Gracias a Rajoy, el virus del ébola ha llegado a España. Miedo da pensar que quién afirma que no existe riesgo de contagio sea el mismo que cuando el desastre ecológico del Prestige (una marea negra de 67.000 toneladas de crudo que inundó las costas gallegas) afirmó: ”No hay ningún peligro de que la marea negra alcance a las Rías Bajas” .“ Salen unos pequeños hilitos, cuatro en concreto, solidificados con aspecto de plastilina”.
No discuto el derecho, es más, lo afirmo, que tenía el Sr.Pajares de que el Gobierno le asistiese y proporcionase el mejor tratamiento posible, no por su condición de sacerdote, sino como ciudadano español. Sí, pero…
Qué así sea siempre y para todos los ciudadanos. Y no es así. Como ejemplo, recordar el caso de la madrileña , enferma en Argentina de neumonía atípica (enfermedad con tratamiento y no contagiosa), cuya repatriación le fue denegada por el Ejecutivo por costosa y a la que se dejó morir allí.
Además, se ha incurrido en un insultante agravio comparativo. Si a un ciudadano español que permanezca más de tres meses en el extranjero se le retira la tarjeta de asistencia sanitaria, ¿Por qué a un sujeto que lleva más de 30 años fuera de España, se le presta una asistencia pública que a los demás se niega?
Traer al cura infectado de ébola a España ha resultado un esfuerzo caro e inútil; más un gesto de sumisión del Gobierno a la Iglesia. Más lógico, barato, eficaz, y menos peligroso, parece la opción de haber trasladado a Liberia el tratamiento y, de paso, ayudar a otros enfermos.
En una legislatura caracterizada por los recortes, especialmente en Sanidad, ha sido indignante ver como a un sacerdote se le repatriaba para ingresarle en el Hospital Carlos III, Hospital Público, antaño de referencia en enfermedades infecciosas, y hoy semidesmantelado y en proceso de cierre por mor de los citados recortes. No es admisible que a los madrileños se les usurpe un Hospital especializado en ese tipo de enfermedades y se acondicione de prisa y corriendo para ingresar a una sola persona, siervo de dios, eso sí.
Y ello no sin riesgo, pues como los propios , el Hospital ha sido designado como centro de referencia ante la posible aparición de casos de ébola, cuando se han eliminado la UCI y los laboratorios, esenciales para un centro de referencia de pandemias, se ha dejado de trabajar en los protocolos de alertas y se ha dejado de hacer simulacros con los trajes de riesgo biológico. ¿Cómo se prepara uno para ser referencia ante posibles casos de ébola sin tener UCI, sin laboratorio de microbiología, sin protocolos actualizados y vigentes, sin la tranquilidad y seguridad que otorga la práctica de simulacros, sin disponer de un banco de sangre con el que asegurar el tratamiento correcto a un paciente con hemorragias severas constantes?…
Volviendo al Prestige, si Rajoy asegura que no existe riesgo de contagio, la epidemia es segura.
Por otra parte, es significativo que mientras el Ejecutivo nos roba y paulatinamente va poniendo en manos privadas, por ser mejor y más barata, la Sanidad Pública, ingrese a un miembro de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en un Hospital Público que no cuenta con las condiciones adecuadas, en vez de hacerlo en uno de los muchos Hospitales privados propiedad de la congregación. Congregación que, dicho sea de paso, mantiene un así como importantes participaciones en empresas relacionadas con la banca, el tabaco, el alcohol, el lujo o el petróleo.
Respecto a la fe del cura Pajares, parece que le flojeó a última hora. Y es que no es lo mismo predicar que dar trigo. Como bien comentó alguien en Twitter, cuando el ébola entra por la puerta, la fe salta por la ventana y se pide un avión para que te devuelva a casa.
Exactamente eso es lo que solicitó a Exteriores el sacerdote al enterarse que estaba infectado del virus mortal: “Me encuentro muy mal. ¿No me podrían llevar a España como han hecho los americanos?” “Estos nos han metido el diablo dentro”. Curiosa actitud y reflexión de un sacerdote que no encaja con la conclusión a la que han llegado reunidos el pasado miércoles en la capital, Monrovia, para discutir el papel de la institución eclesiástica ante la epidemia: Dios está enfadado con Liberia y el ébola es una plaga enviada por él como castigo a la corrupción y actos inmorales, como la homosexualidad.
Los líderes religiosos liberianos, como solución, proponen que el próximo jueves el país se paralice y ayune durante 72 horas (comenzando el próximo miércoles), en las que la población debe limitar sus movimientos y permanecer en sus casas en silencio, sin comer y rezando.
Entre Fe y Ciencia el cura Pajares lo tuvo claro, encomendarse a Dios no era la solución. Para los pobres negritos, sí. Para un miembro de una poderosa y rica orden religiosa, no.
El cadáver del sacerdote Miguel Pajares será sellado e incinerado sin practicarle la autopsia. Esperemos que muerto el perro, se acabe la rabia.