La ablación de clítoris o mutilación genital femenina es la eliminación de tejido de cualquier parte de los genitales femeninos por razones culturales y/o religiosas. Esta atrocidad, esta inexplicable agresión a las mujeres, esta vejación, la justifican convencidas del beneficio para la niña, por ser una costumbre útil, no sólo para contener la sexualidad de sus hijas, sino también como “un mandato de su religión” y un ritual de iniciación para transformarse en una mujer pura. El no haber sido sometida a la operación conduce a la persecución, al ridículo, a los malos tratos, al trauma y al eventual ostracismo de la propia comunidad.
Ancestralmente, en África, tomó forma la creencia de que el prepucio era la parte femenina del hombre y el clítoris la masculina de la mujer, cortándolos se evitaba cualquier ambigüedad sexual. Hay quién equipara la ablación con la circuncisión, algo incomparable en sus consecuencias; un hombre circunzidado es plenamente activo y goza sexualmente.
Aunque fundamentalmente allí, la mutilación genital femenina no se limita al continente africano, pues se sabe que también ocurre en varios países de Asia, Europa, Australia e incluso América.
Las consecuencias de la ablación son: la pérdida casi total de sensibilidad (frigidez), infecciones, mala cicatrización, formación de abscesos y quistes, coitos dolorosos, enfermedades inflamatorias de la región pélvica o infertilidad, entre otras. Pero no sólo conlleva problemas físicos, psicológicamente provoca frustración y un trauma muy difícil de superar.
Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar y nunca en centros sanitarios. Se llegan incluso a celebrar estas muertes, al considerar a las fallecidas (asesinadas) como brujas malvadas de las que la comunidad se ha librado.
Unos ciento treinta millones de mujeres han sido sometidas a la ablación, y se calcula que cada año son mutiladas 3 millones más. Suele practicarse en niñas de entre cuatro y diez años, pero en algunas tribus africanas se mutila a niñas de pecho y mujeres jóvenes. Los motivos por los que se realiza la ablación son de carácter sexual, para privar a la mujer sentir placer; sociológico, como rito de iniciación de las niñas a la edad adulta; por higiene o estéticos, pues se cree que los genitales femeninos son sucios o antiestéticos, y por creencias religiosas que nada tienen que ver con el islam ni el cristianismo.
Existen tres modalidades de ablación:
1-La amputación parcial o total del clítoris.
2-La más extendida en África: además del corte en el clítoris, se amputan los labios menores. Se asocia con el concepto de limpieza. La niña se integra así a la tribu y se convierte en una mujer apta para e] matrimonio. Una mujer no mutilada puede ser rechazada incluso por sus amigas. Y sobre todo por su futuro marido.
3-La infibulacion. La modalidad más traumática, severa y dolorosa. Consiste en la eliminación del clítoris, los labios menores y parte de los mayores y su posterior cosido con alambre, con hilo de pescar o con una pasta casera que actúa como pegamento. El resultado final es un pequeño orificio para que la víctima pueda menstruar., es la llamada circuncisión faraónica. Antes de mantener relaciones sexuales la mujer es a veces literalmente rajada para que el hombre pueda penetrarla.
Por último, otro vídeo impresionante que ya publicamos en este blog hace tiempo, pero que no está de más recordar: el impresionante testimonio de una mujer africana en contra de la ablación.