Nadie sabía de dónde había venido. Saltó de un vagón de carga en Campiglia Marittima y estableció su domicilio en la estación ferroviaria. Al poco tiempo conocía en todos sus detalles los horarios. Entonces comenzó a subir a los trenes y a viajar por toda la costa occidental de Italia, con enlaces de ida y vuelta tanto en la línea principal como en las ramales, por su propia cuenta y con el aplomo de un pasajero que ha comprado su boleto. En ocho años de peregrinaciones, Lampo (“Relámpago”) adquirió celebridad. Pero si bien era amigo de todos los ferroviarios, el corazón del can pertenecía a un solo hombre y a su familia, a la casa de los cuales volvía al cabo de cada jornada.
El presente es un afectuoso tributo a ese perro excepcional: un relato de la vida real digno de contarse entre las fábulas clásicas.